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"A los profesores y a las profesoras hay que formarlas para que, además de ser buenos enseñantes, sean también buenos tutores. La función tutorial se tiene que integrar en el rol docente, en la práctica educativa, en los procesos de enseñanza-aprendizaje. La tutoría implica una relación personal y bidireccional basada en el respeto, en el diálogo reflexivo, en el compromiso crítico para la definición de proyectos y la construcción de posibilidades y expectativas con sentido"

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jueves, 25 de junio de 2020

LOS PROS Y CONTRAS DE LA EVALUACIÓN CONTINUA


La situación que se ha vivido en el tramo final del curso 2019-2020 y la defensa de un modelo de enseñanza centrado en el estudiante, como enfoque más demandado desde la  implantación del EEES, ha avivado de nuevo la controversia en torno los pros y los contras de la evaluación continua en la enseñanza universitaria. El problema es complejo, porque integra una gran diversidad de factores (enfoques de la enseñanza, modelos de evaluación, contexto de aprendizaje, etc.). Siendo un problema complejo, la solución no es simple, porque no admite una sola solución, sino distintas respuestas. A mí me parece que hay que partir de lo que cada uno entiende por “enseñar”, por “aprender” y como valorar dicho “aprendizaje”. Ciertamente, si yo me sitúo en el contexto de la enseñanza universitaria y pienso en el modelo ideal, la opción preferente es un modelo de enseñanza constructivo (o constructivista) pensado para que el estudiante aprenda, de ahí que yo hago tanto trabajo fuera del aula, en el propio espacio que comparto presencialmente con el alumnado y después del trabajo presencial (el ciclo del aprendizaje debe contemplar diversas fases y momentos y en cada una de ellas el docente desempeña diferentes tareas. El trabajo va encaminado a activar la capacidad de aprender, ofreciendo al alumnado los recursos formativos para que se produzca el aprendizaje. Por tanto, en primer lugar, la labor del docente es más la de un guía del aprendizaje que la de un transmisor de los mismos; el que aprende es el alumno/a y el docente facilita el aprendizaje. Por eso defiendo una formación centrada en el estudiante, no en el profesor, que es un facilitador, no el único “recurso”. El segundo elemento clave es cómo valorar ese aprendizaje. Para un modelo de enseñanza de estas características, sin duda el enfoque de evaluación ideal sería una evaluación continua y formativa; la evaluación no sirve solo para determinar la cantidad de conocimiento adquirido, sino para más cosas, de ahí que sea al mismo tiempo una evaluación diagnóstica, porque debe servir para mejorar el aprendizaje si se comprueba que el estudiante tiene dificultades. Y el tercer elemento, es el contexto del aprendizaje. Obviamente, la evaluación formativa, como modelo ideal choca con las condiciones en las que se desarrolla la formación universitaria. Un modelo de evaluación formativa y continua como el apuntado, en el que se va llevando a cabo una interacción continua entre profesor-alumno, en el que se supervisa el proceso de aprendizaje de cada uno, en el que se atiende de manera personalizada y tutela el aprendizaje… exige condiciones que no siempre se tienen. En una clase en la que hay matriculados más de 75 estudiantes es muy complicado aplicar una metodología de esta naturaleza, porque generalmente el docente tiene diversas asignaturas y no hay tiempo material para hacer este trabajo de organizar la enseñanza, dinamizar el aprendizaje y valorar el trabajo del estudiante (mediante la supervisión y valoración de diferentes tareas, que revisa, devuelve, asesora a cada uno sobre lo que debe mejorar…). Entonces, la solución hay que encontrarla en adaptarse al contexto de condiciones para el aprendizaje, sin perder la esencia del modelo de evaluación formativa, combinando diferentes estrategias individuales y grupales. Por ejemplo el modelo de portafolios o la enseñanza/clase invertida en la que se trabaja fuera del aula y luego se utiliza el tiempo de clase para llevar a cabo actividades que impliquen el desarrollo de procesos cognitivos de mayor complejidad que tienen lugar con el asesoramiento del docente.

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