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"A los profesores y a las profesoras hay que formarlas para que, además de ser buenos enseñantes, sean también buenos tutores. La función tutorial se tiene que integrar en el rol docente, en la práctica educativa, en los procesos de enseñanza-aprendizaje. La tutoría implica una relación personal y bidireccional basada en el respeto, en el diálogo reflexivo, en el compromiso crítico para la definición de proyectos y la construcción de posibilidades y expectativas con sentido"

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viernes, 8 de mayo de 2020

COLABORACIÓN: REFLEXIONES SOBRE CÓMO REVERTIR LA SITUACIÓN ACTUAL EN LA UNIVERSIDAD (Miguel Sola, UMA)


Miguel Sola es otra persona que cuando la escuchas te atrapa rápidamente con su discurso crítico, valiente, profundo, provocador, cargado de ideas, de propuestas y alimentado desde la experiencia y la reflexión. Le conocí en una Jornadas de Innovación Educativa y desde entonces le sigo. Un experto en enseñanza universitaria, que ha profundizado en temas tan relevantes como la evaluación como aprendizaje, las TIC en Educación o las creencias del profesorado y que incluso se ha atrevido a plantear la necesidad de reinventar la profesión docente. En este caso nos aporta sus reflexiones sobre cómo situarnos, desde lo personal y lo colectivo, en esta etapa tan compleja de la enseñanza universitaria.


El papel de la Universidad sigue siendo el de siempre: ejercer el liderazgo cultural y político contribuyendo al desarrollo social. Las funciones docente e investigadora del profesorado universitario deberían ser instrumentos precisos dirigidos a aquellos fines, no fines en sí mismos como vienen siendo, renunciando de hecho en favor del mercado a reclamar para la Universidad el espacio que le corresponde como ágora de la ciencia y de la tecnología, de las artes, del pensamiento crítico, de la formación profesional y humanista, motor del conocimiento, del bienestar, del progreso, de la justicia social, de la democracia, de la libertad. No parece que las políticas ni las prácticas universitarias apunten a esos altos designios, doblegadas más bien a la lógica económica ampliamente aceptada como discurso hegemónico y sometidas por su brazo armado, la burocracia.
Apuntar tan alto es casi siempre la mejor manera de errar el disparo; no es mi intención. Tratar de revertir la lamentable situación actual permite plantearse actuaciones individuales y colectivas. Entre las primeras creo que es necesario un ejercicio profundo de reflexión para ser capaces de poner en claro qué puede aportar mi conocimiento, mi área, mi asignatura, al ideal de Universidad que persigo, y de qué mejor modo podría empezar a hacerlo mañana mismo. Cuestionar mis convicciones y mis prácticas puede ser una buena manera de empezar a dar un sentido diferente a mi trabajo y un estímulo para innovar, que no es la meta, sino el camino.
Las actuaciones colectivas, imprescindibles, son más difíciles de articular, entre otras cosas debido al secular individualismo y aislamiento en la profesión, y las dejaré para otro día. Pero pueden definirse con mucha claridad: se llaman activismo, lucha.

Miguel Sola Fernández, profesor titular del Departamento de 
Didáctica-Organización Escolar de la Universidad de Málaga

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